martes, 11 de enero de 2011

Hoy es el futuro

Durante este mes de enero, el Real Zaragoza se está jugando su futuro como equipo, como club de fútbol y como Institución. No sólo sobre el césped, donde una plantilla incapacitada para competir con garantías en Primera División hace lo que puede para no hundirse todavía más. Sino sobre todo, en los despachos. Es allí, entre las paredes de las altas esferas del fútbol, donde Agapito Iglesias y sus “satélites”, como diría Andoni Cedrún, son los únicos autorizados para arreglar su propio desaguisado y cambiar esta penosa situación. Y sería todo un milagro, porque la estrategia consiste, por segundo año consecutivo, en renovar la plantilla a mitad de temporada, y hacerlo, además, sin margen de error, para que los nuevos jugadores que lleguen al Real Zaragoza eleven tanto el nivel del equipo, como para sumar el doble de puntos en la segunda vuelta y evitar el descenso. Una revolución camicace que Agapito Iglesias ha convertido en norma habitual, una irresponsabilidad más dentro de su delirante gestión al frente del club aragonés.

Llegados a esta situación, con dos victorias en 18 partidos y sin capacidad de mejora, como se ha demostrado a lo largo de la primera vuelta, relevo de entrenador incluido, sólo queda una opción. El volantazo suicida de cambiar el equipo de arriba abajo a estas alturas. Sin estrategia, previsión, ni planificación deportiva ni económica alguna. A impulsos. Pan para hoy, hambre para mañana. La estrategia de Agapito Iglesias se encuentra anclada en un misterioso océano de nombres de futbolistas que van trascendiendo con cuentagotas, y del que nadie sabe lo que puede salir, ni él mismo, me temo. El caso es que el barco no avanza y el agua entra por todas partes. Qué locura. ¿Se pueden hacer las cosas peor? Parece imposible que esto pueda a salir bien…

Pero el fútbol continúa, y mientras queden partidos y posibilidades de salvar al Real Zaragoza, los jugadores que están en la plantilla deben demostrar profesionalidad y trabajar hasta donde lleguen sus fuerzas, algo que no hicieron el domingo pasado ante el Espanyol, como llegó a reconocer algún jugador. Actitud, entrega, lucha, concentración, sacrificio o solidaridad, son los valores que debe potenciar este equipo, ya que por calidad, acierto goleador o seguridad defensiva, será imposible que gane sus partidos. Recursos, tal vez, insuficientes. Pero en esta Liga marcada por la mediocridad de la clase media-baja, pueden servir. Y es que, a pesar de la terrible situación del Real Zaragoza, el equipo tiene opciones de abandonar los puestos de descenso el próximo sábado, si gana al Levante, y si los resultados acompañan. Por eso, los jugadores tienen que salir a La Romareda a comerse el césped, desde el primer minuto, como si se tratara de una final. Más adelante, conoceremos el desenlace definitivo de las andanzas de Agapito Iglesias por el mercado de invierno (ay, madre…), e incluso llegará una nueva oportunidad de salir del pozo, en casa, contra el Deportivo. Pero el partido contra el Levante puede marcar el futuro del equipo en Primera División, y los jugadores no pueden repetir la lamentable actuación que ofrecieron en Cornellá. El futbolista que decida bajar los brazos no puede tener sitio en el Real Zaragoza, ante un desafío de semejantes proporciones.