martes, 28 de septiembre de 2010

¿Se puede ganar sin delanteros?

Una vez disputadas las primeras jornadas de Liga, cunde el desánimo en el entorno del Real Zaragoza y en el propio equipo, aunque se intente disimular. Y no es para menos. A pesar de que el campeonato sólo acaba de comenzar, todas las señales apuntan a Segunda División. Y lo más preocupante no es que el Real Zaragoza todavía no haya ganado ningún partido, ni que sólo haya conseguido batir la portería rival en un encuentro, cuando perdía por 0-5, por cierto. Lo más grave es que, jornada tras jornada, observamos como los futbolistas dan todo lo que tienen sobre el césped y nunca es suficiente. No hay más. La capacidad de mejora del equipo es mínima, porque el problema del Real Zaragoza no es el bajo rendimiento de sus jugadores, sino la falta de potencial de una plantilla que no está capacitada, hoy por hoy, para competir en Primera División. El único recurso del equipo durante los partidos es tratar de aguantar el empate a cero durante el mayor número de minutos posible y confiar en que sus delanteros, los más ineficaces de la Liga, sí que acierten esta vez.

Aún así, haríamos mal en culpar a Marco Pérez o a Sinama Pongolle de la inoperancia del Real Zaragoza en ataque. Fueron los máximos responsables del club los que decidieron que estos futbolistas estaban capacitados para jugar en el Real Zaragoza, los que diseñaron de forma deficiente la plantilla, y los que han hipotecado, con sus torpes decisiones, el futuro deportivo y económico del Real Zaragoza. Al fin y al cabo, nadie puede poner en entredicho el esfuerzo de los futbolistas del equipo aragonés. No es un problema de falta de sacrificio físico ni de implicación, sino de aptitud. Lo que ocurre es que el Real Zaragoza posee un nivel que no está a la altura de la Liga española. Marco Pérez es un futbolista muy joven, inexperto, que se estrena en el fútbol europeo, y cuyo rol en una plantilla de Primera División bien planificada debería ser prácticamente intrascendente.

Una cosa es apostar por un jugador desconocido, que suponga un gasto mínimo para el club, para ir introduciéndolo, de forma gradual y responsable, en el fútbol de máximo nivel, y otra cosa es que la descerebrada planificación deportiva dé como resultado una plantilla tan limitada, que Marco Pérez acabe siendo el delantero titular del Real Zaragoza en el Vicente Calderón. Es de locos. Y en cuanto a Sinama Pongolle, sólo hace falta comprobar su nulo rendimiento durante las dos últimas temporadas, tanto en el Atlético de Madrid como en el Sporting de Portugal, algo que ya se sabía cuando el Director Deportivo, Antonio Prieto, cerró su contratación. Luego, no debería sorprendernos que el Real Zaragoza produzca risa -literalmente- cuando intenta finalizar una jugada de gol. El verdadero problema es la terrible gestión deportiva y económica del club, que han convertido al Real Zaragoza en un vagabundo de Primera División, incapaz de competir con dignidad, ni en el terreno de juego, ni en el mercado.

martes, 7 de septiembre de 2010

La carrera ha comenzado

El estreno del Real Zaragoza en la Liga ha venido inevitablemente marcado por el descontento general que ha causado en los aficionados la mala gestión económica y deportiva del club, pero que afortunadamente, no ha liquidado, todavía, las ganas de la gente de luchar junto a su equipo. Porque a pesar de que en los últimos años, el Real Zaragoza se ha convertido en una institución menor en el panorama deportivo de nuestro país y en un equipo abocado a luchar permanente en el barro, la afición sabe diferenciar, a la hora de pedir responsabilidades, entre los que ven el partido sentados en el palco y los que sudan sobre el césped. Y allí, en el campo de batalla, sí que va a encontrar compromiso y trabajo. Una plantilla de jugadores corta y con muchas carencias, pero entregada, bien dirigida y que ha asumido perfectamente la idea del cuerpo técnico. Solidaridad, concentración y trabajo en equipo. Es la única forma de que este Real Zaragoza, escaso de talento pero sobrado de fuerza y disciplina, salga airoso de la cruel guerra por la permanencia. Y eso, gracias a los técnicos, encabezados por Gay y Nayim, que como recuperados de un pasado glorioso que ya huele a naftalina, han tomado las riendas del equipo para ayudarle a sobrevivir, a pesar de las muchas dificultades que se van a encontrar, por culpa, otra vez, de una planificación deportiva deficiente. Tras otro verano plagado de negociaciones fallidas, errores torpemente justificados e ilusiones rotas, la credibilidad y la imagen de los que toman las decisiones se desgastan, cada vez más y sin remedio.

Si usted se pregunta quién va a marcar los goles en el Real Zaragoza, o está preocupado por cómo rendirá la defensa cuando algún contratiempo saque del equipo a alguno de los cuatro zagueros titulares, e incluso siente cierta resignación porque no ve en la plantilla a ningún jugador capaz de crear ese fútbol de toque que tanto le gusta, tiene toda la razón. Porque la realidad es la que es, y ni las excusas ni las medias verdades pueden cambiarla. Pero aún así, amigo mío, sólo tiene dos opciones. O abandona el barco y se desentiende del fútbol y del Real Zaragoza (algo que su corazón no le va a permitir), o trata de hacer un ejercicio de optimismo y de auto convencimiento, aunque sólo sea para compensar la mala leche que se le pone cada vez que se gira al palco antes de los partidos. Mire al frente, al césped. Seguramente, en ese momento, el equipo estará calentando. Sonará la atronadora música procedente de la megafonía del estadio, notará el olor a hierba húmeda, mezclado con el humo del puro de su vecino de butaca. Es tarde de fútbol. Echará un vistazo a los jugadores rivales. "Pues tampoco son gran cosa", pensará en la mayoría de los casos. Y nosotros tenemos el talento de Ander, la chispa de Bertolo, el sacrificio de Gabi, la seguridad defensiva de Contini y Jarosik y sobre todo, unos técnicos capaces de instruir a su equipo para sobrevivir en la trinchera, y de luchar hasta el agotamiento para recuperar la dignidad de una camiseta que sienten como suya, porque lo es. Ellos, junto a la afición, verdadero y casi único patrimonio del Real Zaragoza, deben mirar hacia adelante, y enfrentarse a los errores de los que con su gestión, están desintegrando el espíritu del Real Zaragoza. Así de injusto, pero es el único camino. El de superar esta temporada, y la siguiente, y la de después... Una detrás de otra, siempre en Primera División, hasta que quizá, algún día, el tiempo le conceda al Real Zaragoza, a lo que antes era una institución grande, seria y respetada, la oportunidad de renacer de sus cenizas.