Una vez disputadas las primeras jornadas de Liga, cunde el desánimo en el entorno del Real Zaragoza y en el propio equipo, aunque se intente disimular. Y no es para menos. A pesar de que el campeonato sólo acaba de comenzar, todas las señales apuntan a Segunda División. Y lo más preocupante no es que el Real Zaragoza todavía no haya ganado ningún partido, ni que sólo haya conseguido batir la portería rival en un encuentro, cuando perdía por 0-5, por cierto. Lo más grave es que, jornada tras jornada, observamos como los futbolistas dan todo lo que tienen sobre el césped y nunca es suficiente. No hay más. La capacidad de mejora del equipo es mínima, porque el problema del Real Zaragoza no es el bajo rendimiento de sus jugadores, sino la falta de potencial de una plantilla que no está capacitada, hoy por hoy, para competir en Primera División. El único recurso del equipo durante los partidos es tratar de aguantar el empate a cero durante el mayor número de minutos posible y confiar en que sus delanteros, los más ineficaces de la Liga, sí que acierten esta vez.
Aún así, haríamos mal en culpar a Marco Pérez o a Sinama Pongolle de la inoperancia del Real Zaragoza en ataque. Fueron los máximos responsables del club los que decidieron que estos futbolistas estaban capacitados para jugar en el Real Zaragoza, los que diseñaron de forma deficiente la plantilla, y los que han hipotecado, con sus torpes decisiones, el futuro deportivo y económico del Real Zaragoza. Al fin y al cabo, nadie puede poner en entredicho el esfuerzo de los futbolistas del equipo aragonés. No es un problema de falta de sacrificio físico ni de implicación, sino de aptitud. Lo que ocurre es que el Real Zaragoza posee un nivel que no está a la altura de la Liga española. Marco Pérez es un futbolista muy joven, inexperto, que se estrena en el fútbol europeo, y cuyo rol en una plantilla de Primera División bien planificada debería ser prácticamente intrascendente.
Una cosa es apostar por un jugador desconocido, que suponga un gasto mínimo para el club, para ir introduciéndolo, de forma gradual y responsable, en el fútbol de máximo nivel, y otra cosa es que la descerebrada planificación deportiva dé como resultado una plantilla tan limitada, que Marco Pérez acabe siendo el delantero titular del Real Zaragoza en el Vicente Calderón. Es de locos. Y en cuanto a Sinama Pongolle, sólo hace falta comprobar su nulo rendimiento durante las dos últimas temporadas, tanto en el Atlético de Madrid como en el Sporting de Portugal, algo que ya se sabía cuando el Director Deportivo, Antonio Prieto, cerró su contratación. Luego, no debería sorprendernos que el Real Zaragoza produzca risa -literalmente- cuando intenta finalizar una jugada de gol. El verdadero problema es la terrible gestión deportiva y económica del club, que han convertido al Real Zaragoza en un vagabundo de Primera División, incapaz de competir con dignidad, ni en el terreno de juego, ni en el mercado.
martes, 28 de septiembre de 2010
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