martes, 7 de septiembre de 2010

La carrera ha comenzado

El estreno del Real Zaragoza en la Liga ha venido inevitablemente marcado por el descontento general que ha causado en los aficionados la mala gestión económica y deportiva del club, pero que afortunadamente, no ha liquidado, todavía, las ganas de la gente de luchar junto a su equipo. Porque a pesar de que en los últimos años, el Real Zaragoza se ha convertido en una institución menor en el panorama deportivo de nuestro país y en un equipo abocado a luchar permanente en el barro, la afición sabe diferenciar, a la hora de pedir responsabilidades, entre los que ven el partido sentados en el palco y los que sudan sobre el césped. Y allí, en el campo de batalla, sí que va a encontrar compromiso y trabajo. Una plantilla de jugadores corta y con muchas carencias, pero entregada, bien dirigida y que ha asumido perfectamente la idea del cuerpo técnico. Solidaridad, concentración y trabajo en equipo. Es la única forma de que este Real Zaragoza, escaso de talento pero sobrado de fuerza y disciplina, salga airoso de la cruel guerra por la permanencia. Y eso, gracias a los técnicos, encabezados por Gay y Nayim, que como recuperados de un pasado glorioso que ya huele a naftalina, han tomado las riendas del equipo para ayudarle a sobrevivir, a pesar de las muchas dificultades que se van a encontrar, por culpa, otra vez, de una planificación deportiva deficiente. Tras otro verano plagado de negociaciones fallidas, errores torpemente justificados e ilusiones rotas, la credibilidad y la imagen de los que toman las decisiones se desgastan, cada vez más y sin remedio.

Si usted se pregunta quién va a marcar los goles en el Real Zaragoza, o está preocupado por cómo rendirá la defensa cuando algún contratiempo saque del equipo a alguno de los cuatro zagueros titulares, e incluso siente cierta resignación porque no ve en la plantilla a ningún jugador capaz de crear ese fútbol de toque que tanto le gusta, tiene toda la razón. Porque la realidad es la que es, y ni las excusas ni las medias verdades pueden cambiarla. Pero aún así, amigo mío, sólo tiene dos opciones. O abandona el barco y se desentiende del fútbol y del Real Zaragoza (algo que su corazón no le va a permitir), o trata de hacer un ejercicio de optimismo y de auto convencimiento, aunque sólo sea para compensar la mala leche que se le pone cada vez que se gira al palco antes de los partidos. Mire al frente, al césped. Seguramente, en ese momento, el equipo estará calentando. Sonará la atronadora música procedente de la megafonía del estadio, notará el olor a hierba húmeda, mezclado con el humo del puro de su vecino de butaca. Es tarde de fútbol. Echará un vistazo a los jugadores rivales. "Pues tampoco son gran cosa", pensará en la mayoría de los casos. Y nosotros tenemos el talento de Ander, la chispa de Bertolo, el sacrificio de Gabi, la seguridad defensiva de Contini y Jarosik y sobre todo, unos técnicos capaces de instruir a su equipo para sobrevivir en la trinchera, y de luchar hasta el agotamiento para recuperar la dignidad de una camiseta que sienten como suya, porque lo es. Ellos, junto a la afición, verdadero y casi único patrimonio del Real Zaragoza, deben mirar hacia adelante, y enfrentarse a los errores de los que con su gestión, están desintegrando el espíritu del Real Zaragoza. Así de injusto, pero es el único camino. El de superar esta temporada, y la siguiente, y la de después... Una detrás de otra, siempre en Primera División, hasta que quizá, algún día, el tiempo le conceda al Real Zaragoza, a lo que antes era una institución grande, seria y respetada, la oportunidad de renacer de sus cenizas.

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