Se acabó, no queda otra. Llegó la media noche, sonaron las 12 campanadas y la carroza se convirtió en calabaza. El entrenador del Real Zaragoza, Marcelino, lo había dejado muy claro días atrás. “El 31 de agosto tiene que haber, al menos, un central, un lateral y un delantero más”. Pues nada de nada. Los fichajes que faltaban por llegar no eran simples retoques para completar un equipo ya formado, sino incorporaciones necesarias para completar y compensar la plantilla. Y lo que también es preocupante, cuatro jugadores descartados, que el entrenador apartó en pretemporada, se han quedado en el equipo. “No quieren jugar al fútbol”, dice contrariado Marcelino, al que se le ve la decepción en los ojos. El vestuario se puede convertir en una caja de bombas.
El caso es que, quien más quien menos, esperaba algún fichaje de última hora que ilusionara a la sufrida afición zaragocista, pero las gestiones de la dirección del club han fracasado. Ya sea por los errores cometidos en las estrategias de negociación, o por las discrepancias entre la propia dirección y el entrenador a la hora de cerrar alguna incorporación durante el verano, el potencial de la plantilla del Real Zaragoza ha quedado muy limitado. Y a pesar de que los recursos del equipo aragonés no son inferiores a los del resto de plantillas que van a luchar por eludir el descenso, es comprensible la decepción que ha generado el último día de mercado.
La pretemporada que ya ha terminado ha dejado muy dañada la imagen del Real Zaragoza. Ha quedado de manifiesto que los futbolistas ya no contemplan al club aragonés como uno de sus destinos prioritarios, justo lo contrario que ocurría hace pocos años. Las conocidas dificultades económicas, unidas a algunos episodios dantescos que hemos vivido durante el verano, como los fichajes frustrados de Negredo y Canella, la incorporación nocturna del futbolista/traductor Babic, la marcha de Obradavoic a jugar con su ex equipo después de ser presentado con el Real Zaragoza, o el conflicto con el Deportivo por la recompra de Lafita, han desgastado sobremanera la imagen institucional del club. Eso, por no echar la vista más atrás y recordar el ridículo que supuso la sentencia desfavorable en el ‘caso Matuzalem’, o la venta de Diego Milito por cuatro duros al Genoa. Son algunos de los acontecimientos que han ensuciado el prestigio del Real Zaragoza, tanto dentro como fuera de nuestro país, y que debe llevar a los dirigentes del club a realizar una profunda reflexión.
martes, 1 de septiembre de 2009
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