sábado, 6 de febrero de 2010

Parches sin tela

Decía César Lainez en la tertulia del programa ‘Aragón Deporte’ de Aragón Radio, que no entendía cómo el Real Zaragoza podía fichar a siete futbolistas en el mercado de invierno sin tener dinero. Cómo se podía permitir poner tantos parches sobre los agujeros de su deshilada plantilla. Parches, sin tela. Para el común de los mortales, la economía del fútbol es todo un misterio. Es difícil hacerse una idea de los entresijos que se esconden detrás de las negociaciones por los traspasos de jugadores, y de las piruetas que un club de fútbol es capaz de dar para incorporar futbolistas, a pesar de encontrarse en plena crisis económica y de arrastrar una deuda de más de 70 millones de euros. Cosas del fútbol.

El caso es que, afortunadamente, el Real Zaragoza ha podido incorporar a varios jugadores que vienen a aumentar el paupérrimo nivel del equipo. Es la única oportunidad que tenían los máximos responsables del club de tratar de corregir su negligente planificación deportiva del pasado verano. Por su culpa, y por la del ex entrenador al que encomendaron la función de permanecer al frente del equipo, el Real Zaragoza se dirigía de cabeza a Segunda División. Y no se engañen, todavía está por ver que este brusco volantazo invernal sea suficiente para evitar el trompazo. Esta huída hacia adelante del club representa un arma de doble filo. Las posiciones que se han cubierto en este mercado, así como las salidas que se han producido, eran imprescindibles para mantener la categoría. Lo que ocurre es que todo cambio drástico necesita un tiempo de adaptación, tiempo, que en el caso del Real Zaragoza, a estas alturas de la temporada y en plena competición, no existe. El entrenador, José Aurelio Gay, está obligado a cambiar varias piezas importantes de su motor sin que ninguna chirríe, y además, ganar la carrera. Sin margen de error. Es arriesgado, pero la única posible solución a la dramática situación a la que ha llegado el Real Zaragoza, tras el ineficaz trabajo de sus gestores.

Y buscando el lado positivo de las cosas, algo imprescindible, al menos, para mantener la higiene mental, la afición del Real Zaragoza se agarra a la reacción de Tenerife para recuperar la fe. Apenas fueron siete minutos, pero los tres goles que supusieron la remontada, dentro de una segunda parte aceptable del equipo, espoleó la ilusión, hasta de los más pesimistas. Los nuevos han venido para sumar. Ahora, el Real Zaragoza tiene recursos de los que carecía desde que empezó la temporada. La calidad de Colunga, la velocidad de Eliseu, la constante amenaza de Suazo o la contundencia defensiva de Contini son buenos argumentos. De cara al futuro, será muy importante la calidad profesional de todos los recién llegados, especialmente de los cedidos y de los que sólo han fichado para jugar durante los próximos cuatro meses. Ojalá que esta vez sí, las cabezas pensantes del Real Zaragoza hayan acertado.

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