domingo, 27 de junio de 2010

Días de vuvuzelas

A pocos días de las vacaciones, noto como en la ciudad, se van quemando las ganas de hablar sobre el Real Zaragoza. Y no sólo porque la ausencia de movimientos del club aragonés en el mercado de fichajes haya convertido la actualidad informativa en un páramo, sino porque ahora, apetece disfrutar del fútbol. Fútbol y nada más. Bueno, con vuvuzelas, qué le vamos a hacer. Por unos días, evitamos pensar en el porterazo que se nos ha escapado rumbo a Portugal, en las renovaciones que no llegan, o en los precios de los abonos que no suben, pero que cuestan más que el año pasado, en plena crisis y con la que está cayendo. En los abucheos que recibió el máximo accionista, Agapito Iglesias, en el programa de radio más escuchado de nuestro país, justo antes de levantarle la voz a uno de los símbolos del zaragocismo, como es Andoni Cedrún, y de volver a dejar en evidencia la imagen del Real Zaragoza. Hoy, nos dan igual el “rojillo” Porquera o que Prieto pinte menos que La Veneno en un convento.

Desde ahora, y durante los próximos días, preferimos centrarnos en la selección española. Regodearnos en el “tiqui taca” que bautizó el maestro Montes y que Luis Aragonés convirtió en leyenda. Dentro de unos días, España puede continuar su camino hacia el sueño de la Copa del Mundo, o haber vuelto para casa. En cualquier caso, disfrutaremos de la pasión del fútbol, del placer de luchar por un objetivo grande, histórico, y de hacerlo con una apuesta por el fútbol ofensivo, con jugadores capaces de convertir en arte lo que tocan y que visten la camiseta de nuestro equipo. Esos futbolistas que nos hacen sentir orgullosos y que pusieron Europa a nuestros pies.

El Mundial de fútbol es lo más grande para los que disfrutamos con este deporte, y no sólo por las esperanzas que tenemos depositadas en nuestra selección. Empieza la parte más bonita del campeonato. La especulación y el fútbol mediocre de la fase de grupos dejarán paso a la emoción del todo o nada. La ilusión de dos países, frente a frente, durante noventa minutos. Por un buen rato, el fútbol se colocará por encima de las miserias que nos acechan cada día. Durante esos minutos, las personas se sienten libres y mandan sus preocupaciones a ese limbo en el que lo único que importa es controlar el indomable Jabulani, y donde se acumulan los motivos para disfrutar de este espectáculo que mueve y une a millones de personas. El “jogo boniten” de Alemania, el ímpetu de México, el orgullo charrúa, las locuras del Diego, la ilusión de los yanquis, las cuentas de Capello, la fuerza de Ghana, la alegría de Brasil, el tulipán mecánico, el “fuerza Chile", la explosión asiática, el batacazo azzurro, o la revolución francesa. En Zaragoza, las cosas pintan feas. Disfrutemos del fútbol, aunque sea por unos días.

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