lunes, 28 de febrero de 2011

Huir del conformismo

El Real Zaragoza se encuentra en el momento más difícil de la temporada. Después de cuatro partidos sin ganar y tras la mala imagen que ofreció en Gijón, donde logró un pobre empate a cero y apenas se acercó al área de su rival, la situación vuelve a ser límite. Con un balance de dos puntos de los últimos doce posibles (la mayoría, ante rivales directos por la permanencia) y en puestos de descenso, el Real Zaragoza afronta ahora la parte más dura del calendario. Un mes y medio en el que se enfrentará a cinco de los siete primeros clasificados (Athletic, Barcelona, Valencia, Sevilla y Villarreal). Una concatenación terrible de partidos que se interrumpirá con el desplazamiento a Mallorca y el partido en La Romareda ante el Getafe, seis puntos que no se podrán escapar, o el equipo aragonés correrá el riesgo de llegar desahuciado a mediados de abril.

Y lo más preocupante es que, después de que el Real Zaragoza perdiera una gran oportunidad de afrontar este tramo de la temporada fuera del descenso, el discurso de los jugadores y del entrenador es conformista y autocomplaciente. Dan por bueno el empate del Molinón, y apuntan, con una irritante tranquilidad, que el equipo se salvará si gana cinco partidos más. Como si la cosa fuera fácil. Vamos, que para lograr la permanencia, el Real Zaragoza tiene que ganar casi la mitad de los encuentros que quedan. Por cierto, el mismo número de victorias que ha logrado en todo lo que llevamos de temporada. Sin duda, es una situación extremadamente preocupante que merece un nivel más alto de autocritica. Que nadie se engañe. Ahora mismo, el Real Zaragoza está en la cuerda floja. Un paso en falso más, y su caída a Segunda División puede ser inevitable. Las palmaditas en la espalda, a estas alturas de la temporada y tal y como se encuentra el equipo, son más bien empujones hacia abajo, que alimentan el conformismo y la resignación.

El miércoles, tendremos por delante una fría noche de fútbol en La Romareda. El mínimo margen de seguridad que supondrían los tres puntos para el Real Zaragoza, pueden ser la diferencia entre respirar o quedarse sin aire. Hay que ser realistas, y la lógica dice que antes de visitar el Camp Nou, el Real Zaragoza necesita ganar al Athletic. No sirve de nada otro resultado. Y la historia se repite. El equipo de Aguirre afronta el choque con menos argumentos que su rival, y con la exigencia de salir victorioso. Pistolas de agua contra cañones, o lo que es lo mismo, el segundo equipo menos goleador de la Liga, contra el Athletic de Fernando Llorente, uno de los mejores delanteros de Europa. Y habrá más diferencias. El Real Zaragoza se medirá a un centro del campo veloz y con mucha calidad, dos cualidades que, en el conjunto aragonés, brillan por su ausencia. Pero este es el mismo equipo que sumó 10 puntos en enero y que dejó boquiabiertos a los más incrédulos. Son las contradicciones del fútbol, la magia que envuelve a este deporte y que a veces, es capaz de aniquilar a la propia razón. Magia, precisamente, es lo que necesita el Real Zaragoza.

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